lunes, 16 de noviembre de 2015

Portugal, el segundo ensayo

Celebración de la izquierda de la moción de rechazo al primer ministro de Portugal, Pedro Passos Coelho, el pasado martes, 10 de noviembre. / Miguel A. Lopes (Efe)
Vivimos en la excepción y no en la normalidad. La fase va a estar marcada por la inestabilidad, el conflicto y el cierre en falso de crisis abiertas o por abrir. No es exagerado lo que digo, llevamos así desde el 2007 y muchos observadores avizoran en el horizonte una nueva crisis financiera internacional. ¿Catastrofismo? Para nada. No está escrito en las estrellas que del mal venga garantizado el bien y con ello la redención.
Lo que está pasando en el vecino Portugal es todo menos normalidad. Un presidente de la república que impone un gobierno sabiendo que pronto caerá (como así ha sido) y que lanza una filípica contra la catástrofe geopolítica y hasta cósmica de un gobierno de izquierdas. Un Partido Socialista que, contra todo pronóstico, abre un proceso de negociación con el Bloque de Izquierdas y, sorpresa mayor, con el Partido Comunista. Lo del Bloque parecía previsible pero no probable; en la campaña electoral este partido mostró su disponibilidad para llegar a un acuerdo con las demás fuerzas de izquierda, siempre que hubiese un rechazo claro y nítido a las políticas austericidas de la Troika. Lo del PCP es, por decirlo de alguna manera, singular y, en muchos sentidos, excepcional. El ‘proyecto patriótico e internacionalista’ de los comunistas portugueses le había enfrentado con muchísima dureza al Partido Socialista y, en parte, al Bloque de Izquierdas. ( Continúar leyendo aquí -->)

jueves, 5 de noviembre de 2015

Recuperación regresiva o recuperación progresiva: la necesidad de un nuevo modelo productivo y de poder

Se han hecho muchos análisis para entender el largo ciclo de acumulación capitalista en España desde 1994 al 2007. No hay demasiadas cosas que añadir. Querría fijarme ahora en algunos aspectos que, aunque conocidos, hay que tenerlos en cuenta para el nuevo papel que va a jugar España en la división del trabajo que se está configurando en la Unión Europea y, específicamente, en la zona euro. Los rasgos a los que me voy a referir ya existían en la anterior etapa y, a mi juicio, se agravarán en el futuro. La tesis que se defiende es que la recuperación regresiva que estamos viviendo va a acentuar todas las malformaciones y debilidades estructurales de nuestra economía y que es necesaria una nueva política y un cambio en las relaciones de poder existentes en nuestro país.
Hablar de recuperación regresiva es jugar conscientemente con elementos aparentemente contradictorios; como suele decirse, lo contradictorio está en la realidad y no en los conceptos que empleamos. En el anterior ciclo, desde 1995 al 2007, en el momento de su máximo esplendor, se daban cinco rasgos que, de una u otra manera, siguen presentes en nuestra realidad y que vienen para quedarse:
El enorme crecimiento de las desigualdades sociales, de género y territoriales.
La estabilización de la pobreza en torno a un 20% —hay que subrayarlo— en momentos de crecimiento y de máxima generación de empleo.
La precarización general de las relaciones laborales.
La destrucción sistemática del medio ambiente.
La corrupción como sistema y como requisito estructural del modelo económico vigente.
Todo esto en un entorno general de dependencia económico-financiera y de subalternidad política creciente del Estado español.
Estos cinco rasgos, donde el problema de la deuda privada que deviene en pública va a seguir siendo fundamental, se han agravado con la crisis, pero —y es lo fundamental— configuran ya el tipo de modelo productivo que han ido configurando las políticas de crisis, eso que se ha venido a llamar políticas de austeridad. (Seguir leyendo aquí -->)